01 diciembre, 2009

La Fábula


El pájaro de la piel de bronce ya no respira,
en mi tumba me mira y muerta yo no le miro.
Hay un sonido frío entre los cuerpo fríos,
hay un sonido que se alza tiempo y no nos conoce.
Su ala reposa en mi pecho, mi ombligo
cae en su vientre y no dice nada.
Su piel de bronce rescata el reflejo de la luz,
aquella luz que atravesó el desierto y se hizo plumaje.
Muerto el pájaro la ausencia no es el silencio,
mi muerte que fue el lugar del pájaro mudo
ahora respira. Queda la muerte escrita en el pájaro,
queda la muerte. Y el bronce de su piel poema,
poema de frío de muerte, ahora respira.

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