14 enero, 2009

EARLY SUNDAY MORNING


He recorrido esa calle cientos de miles de veces. Sola. Siempre
La serenidad de un espacio contradictoriamente sereno me sonroja. En días como hoy solo quiero esnifar pintura lentamente hasta que el rojo se me quede incrustado en el cerebro y duela. Morir asfixiada en un cuadro de Hopper: Ser o no Ser, esa es la cuestión. Soy parmideana, o algo así que al menos suene tan bien como eso. El Ser por supuesto que es esférico, y pesa. Pesa como la pasividad mal vivida o la apatía sin sentido. La mala hostia son tres gramos de mierda bien metida por el agujero que mejor se deje corromper. Y después a flotar muerta por cualquier limbo asquerosamente ensordecedor.

Volvamos a Hopper. Sus lineas horizontales se pierden. Te transportan a una nueva atmósfera donde a lo lynch nada es lo que parece, al menos no es lo que al principio parecía. Misterio cotidiano, asi lo llamo y así me gusta a mi. Debe ser como un café frío o un cigarro muy seco. En esa calle el sol hiela, debe hacer un frío mañanero de cojones, de esos que se te cuela en los huesos para todo el día. Siempre tengo la sensación de que algo está a punto de ocurrir, alguien va a aparecer (sobre todo lo siento por el lado derecho) y se pondrá a barrer la calle: quitar la no mierda que existe.

Paradójico. He recorrido está calle cientos de miles de veces. Físicamente he estado allí, aunque mi cuerpo diga lo contrario.

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