19 junio, 2009

He querido la enfermedad y la locura.
Mirarme en el espejo del torbellino donde
todo tiempo después es sólo nada.

Amaré sólo aquel que vea heridas
en los ojos de los nombres de las muchas que me dicen.
Miento, amaré solo a aquel que vea que el nombre
solo es el espacio de lo que nunca aprenderé a decir.

Después vendrá el calor y su sombra
mis huesos escritos por dentro,
mis transeuntes doblando el dolor.
La estrechez del camino no indica
que sea el único equivocado.

Déjame creer que mi enfermedad
es la locura del silencio con seis ojos

déjame saber que lo que escribo sólo es
la cuerda que cualga de mi lengua.

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