12 abril, 2009

La latitud del espejo siempre convexa
no me refleja más allá del deletreo

En el compás voy y vengo
(voy y vengo, voy y vengo)
como un palíndromo de espinas.

¡Y me estremezco!
En el vientre tengo heridas secas de estaño.

1 comentarios:

Blogger Álvaro Guijarro ha dicho...

Siempre que pienso en un edificio caer, repleto de gente corriendo por todos lados, me imagino adentrándome en los escombros.
Algo así he sentido con este sitio que guardas, te vendré a leer.

Un abrazo,

13 de abril de 2009, 15:14  

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