23 marzo, 2010

He recordado su nombre embrutecido por las olas.
Todo mi Yo se ha cristalizado,
de las aristas han crecido líneas de sal,
de sus ojos nacieron cuervos sin plumas.

El océano es un paraje desértico.

El Dios ha buscado la forma de poseerme,
grácil, casi inocente, casi en silencio
se ha hecho la noche y me he arrodillado.

Señalé el ombligo. Nuestros gritos despertaron
el llanto de los hombres de barro.

Después del tiempo, el hijo, una vez al año
deviene padre y nos amamos.
Nos cristalizamos en cuervos sin plumas
nos sumergimos en desiertos azulados.

16 marzo, 2010


Caundo la palabra es sólo forma
y el contenido es su ausencia por dentro.

El azar azul de mi cuerpo.

Paradoja (las palabras que nunca usé)

Podría poblar los condicionales de palabras sordas,
¿y luego qué?
recoger el mes, aturdirme
distanciarme

Un ser que se abruma
abre a la nada el tiempo


y hablo de conceptos y no amantes,
hablo de sinceridad y no otra cosa.


¿Y después qué?
Retirarme,
repartir los restos, caminar.

10 marzo, 2010

No puedo escribir que quiero dejar de escribir porque la muerte, y la enfermedad, y la muerte, y los cuerpos girando desafiando los límites de lo que al describirse va extinguiéndose sin retorno.
Porque la muerte, y la habitación vacía, y la muerte, y yo sin ojos que te vistan de lenguajes esclavizados y sin pájaros de alas infinitas llorando en el desierto.

Y nieva, ¿y ahora dónde sino a la playa hemos de volver? Levantan las olas las tumbas de peces milenarios que rezaban para salvarme y mientras la muerte, y todo lo que no puedo escribir, y la muerte, terminan volviéndose contra mi misma.